Falta de conductores de autobús en España, ¿cómo solucionar el problema?


La escasez dificulta el funcionamiento del transporte público, además de tener un impacto negativo directo en la economía, el turismo y la calidad de vida de las personas. Aunque ya se han propuesto algunas soluciones, es urgente tomar medidas más contundentes para revertir esta situación.
En una entrevista reciente para IRU, Jaime Rodríguez, director de CONFEBUS y miembro de la IRU, analizó en profundidad las causas, las consecuencias y las posibles soluciones a esta problemática. Según Rodríguez, España es uno de los tres países de la Unión Europea con mayor número de empleos en el sector del transporte de viajeros por carretera, un sector que ofrece puestos de trabajo estables y bien remunerados, con salarios que superan la media nacional y aumentos salariales que, históricamente, han sido más altos que los de otros sectores económicos.
Aun así, a pesar de estas ventajas, la falta de conductores es un problema cada vez más grave. En la actualidad, se estima que faltan alrededor de 4.000 conductores de autobús y autocar en España, sobre todo en las áreas turísticas y rurales.
¿Por qué hay escasez de conductores?
Uno de los principales factores que explican esta falta de conductores es el envejecimiento de la plantilla. La edad media de los conductores de autobús y autocar es elevada, y no hay suficiente renovación generacional. Además, la edad promedio para obtener el permiso necesario para conducir estos vehículos es de 39 años, lo que dificulta la incorporación de personas más jóvenes. A esto se suma el alto coste de obtener las licencias y certificados requeridos, que puede ser un obstáculo para muchas personas interesadas en esta profesión.
Otro problema es la falta de programas de formación adecuados para atraer a jóvenes al sector. Las restricciones de edad y las diferencias jurisdiccionales entre las autoridades competentes complican aún más el acceso a la profesión.
¿Cuáles son las consecuencias de la escasez?
La falta de conductores tiene un impacto directo en el crecimiento de las empresas del sector, ya que, entre otras consecuencias, reducen su competitividad. Además, muchas rutas de transporte se ven afectadas, lo que en algunos casos lleva a la reducción o incluso a la suspensión de servicios. Y esto no solo perjudica a los usuarios que dependen del transporte público para acceder a educación, empleo o servicios médicos, también afecta al sector del turismo y a la calidad de vida en general y, en última instancia, la economía de las regiones que dependen del transporte en autobús y autocar también se resiente.
¿Qué se puede hacer para solucionar el problema?
Aunque ya se han implementado algunos cambios regulatorios, como la flexibilización de la edad mínima para obtener el permiso de conducir autobuses y autocares, aún queda mucho por hacer. Entre las medidas propuestas por CONFEBUS se encuentran la modificación de la normativa europea sobre permisos de conducir y el Certificado de Competencia Profesional para introducir mayor flexibilidad. También se ha sugerido subvencionar parte de los costes asociados a la obtención de licencias y certificados, así como facilitar el acceso a la profesión a conductores cualificados de fuera de la Unión Europea.
Además de los cambios regulatorios, es más que importante mejorar la imagen y el atractivo de la profesión. Incluirla en la lista de ocupaciones difíciles de cubrir, lanzar campañas de concienciación pública y desarrollar programas de capacitación específicos podrían ayudar a atraer a más personas al sector.
¿Cuál es el papel que juegan los gobiernos en este sentido?
Los gobiernos tienen un papel importantísimo en la solución del problema. Muchas de las barreras actuales para la contratación de nuevos conductores provienen de obstáculos administrativos y legales. Por ello, es importante que las autoridades faciliten acuerdos con terceros países para el reconocimiento de permisos de conducir, algo en lo que España ya ha avanzado al firmar acuerdos con 31 países.
Otras medidas que podrían implementarse incluyen campañas de promoción para incentivar a nuevos conductores, subvenciones para cubrir los costes de formación y la creación de programas que faciliten la transición de los jóvenes desde la escuela hasta la conducción profesional.
Aunque se han dado algunos pasos en la dirección correcta, como la flexibilización de requisitos legales y la promoción de carreras de conducción, aún queda mucho por hacer, ya que, sin una acción decidida y coordinada, la escasez de conductores seguirá agravándose a medida que la fuerza laboral envejece.